Esta es una noticia de prensa libre del pasado 8 de agosto del 2008
He usado deliberadamente la palabra «maravilla» para sacar al lector de la complacencia con la cual a menudo damos por sentado el funcionamiento del mecanismo de precios. Estoy convencido de que si este mecanismo fuera resultado de acciones humanas deliberadas y si las personas que se guían por los cambios de precios comprendieran que sus decisiones tienen significación mucho más allá de sus objetivos inmediatos, este mecanismo hubiera sido aclamado como uno de los más grandes logros del intelecto humano. Pero tiene el doble infortunio de no ser producto de la deliberación humana y de que las personas que se guían por él generalmente no saben por qué son inducidos a hacer lo que hacen. Pero aquellos que exigen «dirección consciente» y quienes no pueden creer que algo que ha evolucionado sin acciones conscientes (y aún sin que los comprendamos), puede resolver problemas que no podemos resolver conscientemente deben recordar esto: el problema consiste precisamente en cómo extender nuestra utilización de recursos más allá del campo del control de cualquier mente y, en consecuencia, cómo deshacernos de la necesidad del control consciente; y cómo crear incentivos para que los individuos hagan lo que es deseable sin que ninguno tenga que decirles lo que tienen que hacer.
De F. A. Hayek. El orden de la libertad. 1945
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